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“Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de Jehová” Salmos 84:2
A Tobías, que recientemente ha cumplido tres años, le encanta ir a la iglesia. Llora cuando no puede ir. Cada semana, cuando llega al programa de historias bíblicas, juegos, cantos y cena para niños, entra corriendo al local y les anuncia con entusiasmo a los líderes y a los demás niños: «¡Que comience la fiesta!» El Señor debe sonreír ante la emoción de este niño de estar en lo que él cree que es la casa de Dios.
El autor del Salmo 84, uno de los hijos de Coré, también tenía amor por la casa de Dios. Algunos comentaristas han especulado que es posible que, durante algún tiempo, este cantor del templo estuviera incapacitado de poder ir a éste -ya fuera por causa de alguna enfermedad u otras circunstancias. Así que, cuando escribió este salmo, su alma estaba anhelando y clamando de manera especial por estar en «los atrios de Jehová» (v. 2). Él creía que un día de adoración en la casa de Dios daba mayor satisfacción que mil días en cualquier otro lugar (v. 10).
Reflexión: Un buen indicador de nuestra temperatura espiritual es nuestro entusiasmo por adorar a Dios
Hay algo especial en cuanto a la alabanza a Dios junto con Su pueblo y debemos aprovechar toda oportunidad que podamos para hacerlo. Pero, si no podemos, al igual que el salmista, todavía podemos expresar nuestro amor por el Dios vivo y nuestro anhelo por conocerle (v. 2). Al Señor Le agradará y seremos bendecidos cuando el deseo de nuestro corazón sea estar con Él y Su pueblo.__