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No se conoce en el mundo animal la existencia hasta la fecha de ningún caso de una manada, formada solo por machos, que se haya organizado, agrupado o concertado para conseguir el acceso carnal a una hembra. Aquello fue una tremenda cagada
Se hacían llamar La Manada por los lazos y códigos que los vinculaban pero distaban mucho de comportarse como tal. Por los hechos que se conocen del asalto grupal de cinco varones en Pamplona a una joven en un portal, al margen de su calificación jurídica, su denominación más exacta debió de ser la de La Banda, El Clan, La Secta o Los Descerebrados.
En el mundo animal, la agrupación en manadas es característica de casi todas las especies: mamíferos, insectos, aves, peces, etc. y tiene por objeto la organización social e instintiva de los mismos, básicamente para su mejor defensa, busca de alimento y perpetuación de la especie. Al agruparse, se deciden sus líderes, distribuyen las tareas y, en muchos casos, las reglas de convivencia. Por referirnos a algunas de las manadas más características como la de lobos, leones, hienas, elefantes, monos, ñus o perros salvajes, cualquiera puede observar los comportamientos que les son comunes: la existencia de una jerarquía con uno o más líderes, por razones de sexo, edad o, las más de las veces, determinados en enfrentamientos, normalmente violentas, entre los machos; una organización para la caza y la defensa; unas reglas de pertenecía o exclusión de una manada concreta; y unos comportamientos comunes en orden a la reproducción y cría. Los tipos de manadas en la naturaleza, como digo, se pueden contar por decenas de miles y el número de estas, por millones.
Pues bien, no se conoce en el mundo animal la existencia hasta la fecha de ningún caso de una manada, formada solo por machos, que se haya organizado, agrupado o concertado para conseguir el acceso carnal a una hembra. Antes bien, en el reino animal ni siquiera existe el acceso carnal sin consentimiento, la violación. Siempre y en todo caso, las hembras, llegada la época de fecundación -salvo rarezas como los monos bonobobos y cara blanca, no existe el sexo por placer en el mundo animal- han de mostrarse dispuestas o receptivas y, no siendo así, les basta un gesto o señal por parte de esta, para que el macho desista y busque a otra.
La Manada de machos que irrumpió en la llanura de Pamplona en los San Fermines, es un caso único. Todo apunta que se agruparon y organizaron como cualquier manada de depredadores para conseguir carne si, pero no como alimento, sino para dar rienda suelta a su instinto sexual. Se entiende que sean juzgados con todas las pruebas de que puedan valerse, pues ni todas las violaciones son iguales, ni nuestro código penal establece la pena para cada caso en particular. Hay que modular los matices, grados de implicación y ejecución de cada uno de los integrantes para que pueda dictarse la pena. Más aún en este caso, cuando la propia víctima declara que en ningún momento se resistió ni exteriorizó rechazo o dolor alguno durante aquellos eternos 20 minutos en el portal, lo que, desde el punto de vista criminal, puede eximir o atenuar la culpa de los imputados al percibir como consentimiento lo que, según los informes psicológico, era un absoluto bloqueo mental de la víctima. Juzgar y condenar a todos por igual, sin defensa y sin atender a esos matices, sería una justicia de manada impropia de nuestro sistema judicial.
A falta de que hable la justicia, lo ocurrido merece el más absoluto rechazo social
Pero dicho lo anterior y desde el plano ético, moral y de conducta social, su acción merece desde el principio todos los reproches y rechazos que quepan. Por el tono y contenido de los mensajes intercambiados en su grupo de whatsapp; por los declarados propósitos colaterales de su viaje a pasar las fiestas; por la evidente concertación entre los mismos hacia el objetivo; y, por supuesto, por lo actuado antes, durante y después de su innombrable “hazaña” en aquel portal. Todo apunta que eran una jauría de machos machistas, que consideran a la mujer como un objeto de disfrute, a cualquier precio y, mejor aún, si se resiste porque eso les despierta aún más el morbo; alguien dijo que todos llevamos un violador dentro y que una mayoría soñó o fantaseó alguna vez con practicar una violación. Porque también está probado que, depredadores y víctima, se hallaban bajo los efectos del alcohol y quizá que de alguna droga; que grabaron en video los hechos para poder mostrar a terceros su hazaña; y que uno de los individuos, después de profanar y servirse de la víctima, le robó el móvi.
Esa clase de concertación para el asalto sexual produce un absoluto rechazo. Poco importa la resistencia de la víctima, cuando no precede un consentimiento claro. Más aún cuando era evidente que la misma estaba bajo los efectos del alcohol. Sostener lo contrario equivale a admitir que pueda consentir un menor o un discapacitado o que no existe violación dentro de la pareja o, caso práctico de las facultades de derecho, que no sea violación el acceso carnal a una mujer, mientras duerme en su cama y no ofrece resistencia y aún disfruta, porque da por hecho que el extraño que la penetra, es su marido.
Todo apunta a que la víctima de los San Fermines, ni propuso, ni se opuso, pero en lo que es lo esencial, no consintió, así sea porque no estaba en condiciones mentales ni físicas -jauría de cinco machos en celo- de hacerlo. En la juventud se presentan no pocas ocasiones de tener sexo fácil y desistes porque tu sexto y recto sentido te dicta que, por edad o condiciones, sería un abuso. Pensar que a una joven de dieciocho años, de fiesta, sola y bebida, le pueda apetecer entrar en un portal con cinco desconocidos, todos mayores que ella, a mantener prácticas sexuales plenas con penetración anal y vaginal, incluso simultáneamente, con besos blancos y negros, felaciones, etc. solo puede ser fruto de mentes depravadas y enfermizas. Aquello fue, en el argot de las redes sociales, una gran cagada. Si además esa víctima es una hermana, una hija o una amiga, solo pensarlo te espeluzna. Vaya por delante pues la condena humana y social cualquiera haya de ser la sentencia judicial.
AscoHastaLaNáusea