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Las decisiones guiadas por impulsos por lo general terminan en malas consecuencias, y dejan un profundo sentimiento de amargura y frustración
Las decisiones guiadas por impulsos por lo general terminan en malas consecuencias, y dejan un profundo sentimiento de amargura y frustración, ese fue un capítulo de la vida de Edgar Paredes, de Ecuador.
Su temperamento extremo de amargura y violencia lo alejaron de todo aquel que lo quisiera amar, pero su rebeldía y descuido personal no habían sido creados al propósito, Edgar tenía un pasado que le había marcado el camino.
La niñez fue acompañada por su abuela, lejos sentimentalmente de su madre y padre. Por ende, creció sin el afecto de su familia, y esto generó muchos problemas con todo aquel que lo rodeara.
Así, a finales de su adolescencia decidió vivir solo para herir a los demás, cobrándole a otros el dolor de su corazón, empezando por enredarse con muchas jóvenes para lastimarlas, sin importar cuales sentimiento estuviesen en juego.
De esa manera, se desquitaba de su falta de amor, hasta que llegó una joven que lo cambió. Tal relación solo con motivo de sexo, lo llevaron engañadamente al matrimonio y a ser padre repentinamente, pero Edgar jamás dejar de lado su libertinaje.
Edgar
Ahogando su relación en la infidelidad y desinterés, Edgar agredió físicamente a su esposa, y eso produjo la separación entre ambos y a Edgar lo llevó a la soledad y la desesperación. Acabada la relación, él rogó porque ella volviera, pero ella nunca aceptó; así que esto produjo en él efectos secundarios: el descuido personal, las constantes visitas a los bares de desnudistas buscando tener sexo con cualquier mujer, el licor y muchas cajetillas de cigarros.
El sufrimiento había invadido su vida. Hasta que una noche solo en su cuarto, vio una imagen en su televisor, donde vio a Jesús crucificado, esto lo motivó a orar y pedir ayuda orando a Dios.
A la mañana siguiente, recibió la invitación de su tío para asistir a la iglesia. Estando ahí, confesó sus pecados y pidió a Jesús que entrara en su vida.
Arrepentido y conmovido, Edgar empezó a tener cambios positivos en su vida, dejando los vicios y siendo una nueva persona, llena de amor por parte del Padre, con una vida con propósito entregada a Jesús.