¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Quintana escriba una noticia?
Al igual que cualquier niño, Martin Torres pensaba que su padre era el mejor del mundo, la imagen de súper héroe y salvador de su vida, era el concepto que él tenía de su progenitor
Al igual que cualquier niño, Martin Torres pensaba que su padre era el mejor del mundo, la imagen de súper héroe y salvador de su vida, era el concepto que él tenía de su progenitor.
Pero esa imagen duró muy poco y luego la realidad vino a su vida.
Los problemas comenzaron simple, las fiestas se volvieron el objetivo principal de su padre, hasta que llegó al mundo de las drogas y todo cambió para siempre. Así que un día, luego de que este fuera despedido, tomó sus efectos personales y abandonó a su familia atrás. Y dejó a Martín con sus sueños a un lado y lleno de soledad.
Su madre descargó toda su ira contra Martín agrediéndolo físicamente. La vida de Pascual, el padre de Martín, se llenó de miseria cuando este se convirtió en indigente viviendo en las calles.
Así, la madre de Martín tuvo que trabajar y el niño tuvo que ser cuidado por su abuela, quien apenas podía atenderlo.
Fue en ese barrio, donde Martín aprendió todo acerca de la violencia gracias a las amistades que ahí tuvo, hijos de drogadictos y asaltantes.
El manejo del cuchillo fue su arte, lejos de la compañía de sus padres.
Martin
Ya en su adolescencia, Martín comenzó a expresar su ira por medio de la violencia, fue así como vino la sed de venganza a su vida.
Martín tuvo que trabajar duramente para ayudar a su familia, pero un día marcó la diferencia, cuando su padre entró a escondidas a su casa y robó sus ahorros, su madre la encontró en el acto, y este le pegó. Ese suceso dejó claro para Martín que había perdido a su padre para siempre, y la idea del suicidio vino a su mente.
Esa noche, Martín recordó algo que había escuchado de niño, que había un Dios que podía ayudarlo. Esa noche, él oró y lloró a Dios.
El día siguiente todo fue un nuevo comienzo, sus heridas fueron sanando. Y Martín comenzó a estudiar música.
Luego se reencontró con su padre, y ya con un corazón dispuesto a perdonar, y en compañía de su novia, lograron sacarlo de la calle y llevarlo de nuevo a su hogar, lejos de la vida de indigente.
Hoy Martín sigue cumpliendo la promesa a sus hijos de nunca abandonarlos. Gracias a Dios he recuperado su familia, y ha tenido la oportunidad de tener la suya propia como siempre lo deseó.